“La adoración trae libertad”

Texto: Hechos 16:16-26 y Efesios 1:4-6

Cada iglesia tiene un ADN espiritual, algo que la identifica y la hace diferente a las demás. En nuestro caso, podría ser la pasión por la adoración a Dios. Y así como valoramos tanto la verdadera adoración, en la lección de hoy profundizaremos acerca de este tema para entender cual es la verdadera adoración a Dios.

Con respecto a la adoración, hay 87 palabras griegas y hebreas para describirla y 600 referencias de ella en la Biblia. Pero para ser verdaderamente una iglesia de adoración, cada uno de los integrantes de esta gran familia tienen que guardar la unidad. Dios no derrama el fuego sobre el altar si las pied

ras están dispersas. Para que el Señor derrame su bendición (Salmo 133) es necesario que los hermanos habiten juntos y en armonía. Y para ello cada uno de nosotros es responsable (Mateo 18:15) para guardar el espíritu de unidad en la iglesia. Si alguien provoca pelea o división, es nuestra tarea el desarrollar la capacidad para  recuperar la paz para con todos.

Lo que debe primar en nuestros corazones es el amar la iglesia, guardarla, amar a los pastores y orar por ellos, amar a los hermanos, ministrar la Palabra y honrar al Señor con nuestra vida. Y como consecuencia, Dios derramará sobre esta unión su bendición.

Es el anhelo del Señor que cada uno de nosotros seamos verdaderos adoradores (Efesios 1:4-6) Entonces, ¿qué es verdaderamente la adoración?

1) La verdadera adoración, es aquella que rompe cadenas y trae libertad.

En Hechos 16:16-26 vemos una experiencia que vivió Pablo en Filipos, donde encontró a una joven que tenía un espíritu de adivinación, la cual producía gran ganancia a sus amos. En un momento, Pablo decide echar al espíritu de la joven, y enfurecidos, sus amos, denuncian a Pablo y Silas ante las autoridades. Como consecuencia, terminan siendo golpeados salvajemente (los látigos utilizados en esa época tenían sus terminaciones con pequeñas navajas que destruían la carne y cada serie era de 39 golpes) y encarcelados. Sin embargo, a la medianoche tomaron la decisión de entonar cánticos a Dios para darle alabanza. Y los presos los oían.

Ese día había comenzado con entusiasmo, sirviendo a Dios y luego, por orarle a una joven, terminaron encarcelados y profundamente lastimados físicamente. Sin embargo, ellos sabían bien que la adoración va mucho más allá de las circunstancias, fue por eso que comenzaron a entonar cánticos, aún sin ninguna razón para sonreír, aún atravesando una injusticia tan tremenda que casi les estaba quitando la vida, decidieron adorar.

2) La adoración es hablar el lenguaje de Dios.

Pablo y Silas, en lugar de quejarse y preguntarse “por que”, comenzaron a adorar. Y cuando lo hicieron sobrevino un gran terremoto, los cimientos de la cárcel se movieron, las puertas se abrieron y las cadenas se soltaron! Ellos no lo adoraron para que les abriera la puerta de la cárcel sino que le cantaban porque lo amaban.

Vivimos en un mundo que tiene un lenguaje propio: la queja, el insulto, las palabras groseras; es el idioma donde todos se quejan por todo. Sin embargo, nosotros también vivimos en este mundo siendo ciudadanos del reino de Dios. Y en ese reino se habla otro lenguaje: la alabanza. En lugar de la queja y la pelea, el malhumor y las groserías, nuestro lenguaje, como ciudadanos del reino de Dios, es la alabanza.

 

La adoración es alabar a Dios en todo momento.

Los cristianos se identifican también por su lenguaje. Las palabras fluyen del corazón. Tal como las aguas de Mara (Éx 15.23) que encontraron los hebreos en su peregrinaje, si hay un corazón amargado, entonces sus palabras no serán dulces. Lo que tiene que suceder es que Dios transforme nuestro corazón amargado en un corazón dulce. Y justamente las aguas de Mara cambiaron en aguas dulces porque Moisés introdujo madera, de alguna manera simbolizando la cruz de Cristo. Todo lo que toque la cruz, será transformado! No importa todo lo que amarga tu alma, Dios va a endulzar tu vida!

 

Dios está buscando adoradores que tengan un corazón agradecido, no porque todo les vaya bien sino porque han entendido que el Señor es el Rey de Reyes, el Señor de Señores y se les ha sido revelado el misterio de la salvación.

 

3) La adoración es afirmar el valor supremo de Dios.

No es adorarlo por lo que me va a dar sino que es amarlo por quien es Él.

El Señor en los cielos se rodea de adoración. En este preciso momento, el trono de Dios está siendo rodeado de alabanza y adoración, tal como lo vio el profeta Isaías (Isaías 6). Los ángeles son los encargados de adorar en los cielos todo el tiempo, mientras que los encargados de adorar en la tierra somos nosotros. Y precisamente para eso nos ha transformado, para que seamos los encargados de ser motivo de gloria, honra y alabanza para Él. Los ángeles lo adoran con suma reverencia en el trono celestial.

Y con respecto a la reverencia, en San Juan 4:20-24, la palabra en griego que se utiliza es “proskunèo”. Es allí cuando Jesús se encuentra con la mujer samaritana y le dice que estaba comenzando un nuevo tiempo de adoración. Esta palabra se refiere por ejemplo a quien besa la mano de una persona que considera superior, o también quien se inclina hacia abajo en homenaje a alguien supremo.

 

Adorar a Dios es darle el valor que tiene, no significa solamente venir a la iglesia y cantar sino que es vivir una vida de agradecimiento hacia Él en todo momento. Es el humillarnos ante Él y reconocerlo por quien es y darle el honor.

 

La adoración son las alas que nos elevan sobre la tormenta. Tal como los aviones, que nos permiten ver el sol siempre brillante por sobre cualquier frente de tormenta, así la adoración nos eleva reconociendo que pase lo que pase, Dios siempre está firme en su trono con una mirada de amor para sacarme de cualquier tormenta que me toque atravesar. Si adoro a Dios reconociendo su poder y autoridad, recordando su amor eterno, entonces todo temor se aleja porque sabemos que nunca nos soltará de su mano.

 

En San Juan 4:20-24, Jesús dice que el Padre busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. Hoy tenemos el privilegio de poder ser parte del pueblo de Dios sin tener que haber nacido de un vientre judío, sino que tenemos acceso por haber creído y declarado a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Dios nos llama adoradores y nos da el oficio de ser reyes y sacerdotes (los sacerdotes eran quienes tenían el oficio de mantener siempre encendido el fuego del altar de la adoración). Dios ha encendido el fuego y somos nosotros quienes tenemos que mantenerlo ardiendo como el primer día.

 

4) La música nos ayuda a dorar a Dios.

Las melodías nos encienden y nos ayudan a alabarle. Pero no venimos a la iglesia para honrar a un pastor o para adorar a los músicos, sino al Rey de Reyes y Señor de Señores sin importar quien nos ayude a acercarnos a Él.

 

5) La adoración es dar.

Cuando nos congregamos, no es para recibir bendición, para obtener algo de parte de Dios, para pedir sino que venimos para darle honra y gloria. Imagínate un hijo acercándose a su padre solamente para pedirle dinero. El padre seguro se sentiría desvalorizado.

Pero, si por el contrario, el hijo se acerca a su padre para pedirle un abrazo, entonces luego el padre seguramente intentaría, por amor, saciar cualquier necesidad de su hijo.

 

Con Dios ocurre de la misma manera, no tenemos que asistir a la iglesia para obtener algo, sino que primero es vital que lo ames por quien es Él. Y luego que le pidamos confiando en su amor. Hay muchos que vienen a la iglesia porque tienen una necesidad, y no está mal, pero es necesario que aprendamos que en la iglesia nos reunimos para darle honra a Dios, para rendirle culto a través de la alabanza y como consecuencia recibiremos más de lo que pidamos.

 

La adoración es entrega,  es rendir algo. En Génesis 22 vemos como Dios le pidió lo que su siervo Abraham que renuncie a aquello que más amaba en su vida: su hijo Isaac, el hijo de la promesa para que lo ofreciera en sacrificio. Fue tan fuerte su entrega que Dios  proveyó un cordero para realizar un sacrificio sustituto. Adoración es entregar lo que uno más ama.

Dios quiere que hoy le entregues algo, todo lo que consideras grande, todo lo que has alcanzado en tu vida, lo que ha sido el fruto del esfuerzo. Venimos a la iglesia a decirle al Señor: Más allá de lo que necesito, te vengo a adorar, aún si sacias mi necesidad o no, yo te adoro. Yo te doy gracias porque mi gran don ya lo he recibido y es la salvación eterna.

Algo que no podríamos haber alcanzado por sí solos, que es la justificación, la regeneración y la redención del alma. Si quieres adorarlo, entonces puedes rendirlo, entregarlo para honrarlo y demostrarle cuánto lo amas.

 

6) Y veamos algunas definiciones más acerca de la adoración:

  1. a) La adoración es tener un corazón rebosante de agradecimiento por sus bondades (Salmo 23 y Salmo 45:1).
  2. b) La adoración es derramar nuestra alma en su presencia, es confiar en Él porque es nuestra paz.
  3. c) La adoración es vivir sabiendo que nuestro Amado está con nosotros todo el tiempo (Cantares 2:3-4). Dios ha plantado una bandera de amor en tu vida.
  4. d) La adoración es ocupar nuestro corazón y mente con Dios. No llenarme de preocupaciones sino llenarme de Dios, de su Palabra y su presencia.

 

Cuando lo adoras, se rompen las cadenas. Estamos a medianoche, y tal como hicieron Pablo y Silas, es tiempo de adorar! Es hora de entregarle todo, rendirnos ante Él y declararle nuestro amor y profundo agradecimiento! Así como los ángeles están adorando alrededor del trono en este mismo instante, fuimos elegidos para alabanza de su gloria en la tierra, vivamos de manera en que reflejemos su vida y podamos darle honra dentro y fuera de la iglesia!

Dios merece que le demos el lugar supremo en nuestro corazón! Comienza a adorarlo porque viene el terremoto y tus cadenas se están rompiendo!!!

 

Preguntas de reflexión:

  1. ¿A qué se refiere el Salmo 133? ¿Por qué es tan importante? ¿Cuál es tu aporte? ¿Eres de traer paz o discordia a la iglesia?
  2. ¿Qué diferencias hay entre el lenguaje del mundo y el de Dios? ¿Qué relación tiene con las aguas de Mara?
  3. ¿Qué ocurre con el temor o la inseguridad cuando le doy a Dios el valor que tiene mediante la adoración?
  4. ¿La adoración es dar o es recibir? ¿Para qué asistimos a la iglesia?
  5. ¿Por qué la adoración trae libertad?