LA AMISTAD CON EL MUNDO

Introducción:

En esta clase estaremos viendo lo que ocurre cuando un verdadero cristiano quiere hacer amistad con el mundo, es decir, con la sociedad humana y sus costumbres y su forma de vida.

La Palabra de Dios dice:

”Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se convierte en enemigo de Dios”   (Stg.4:4)

¿Por qué es tan grave que un cristiano sea amigo del mundo? La respuesta la hallamos al considerar que somos un pueblo llamado a salir del mundo (ya veremos lo que significa “mundo” en la Biblia), y de hecho, ya no somos del mundo (Jn.17:14).

Es por ello que el vocablo “IGLESIA” en sus originales contiene como una de sus acepciones: “Los llamados a salir”. Dios nos manda a salir del sistema de vida que propone el mundo. El cristiano que vive una amistad con el mundo hoy, vive una gran contradicción que lo constituye enemigo de Dios. El Señor nos quiere solo para Él.

1 ¿Qué es el mundo?

Cuando la Biblia habla de “mundo” (del griego “Kosmos”), no se está refiriendo al universo o al aspecto físico de éste, sino mas bien, a un sistema ajeno a la voluntad de Dios que está operando sobre esta tierra:

1.1   El mundo tiene por príncipe o autoridad a Satanás (Jn. 12:31; 14:30; 16:11).

Esto quiere decir que a pesar de que los hombres no lo vean así, el “mundo” es un reino espiritual organizado con Satanás a la cabeza y seguido por todos sus ángeles caídos y todos los hombres que viven independientes de Dios. Estos son los hijos de desobediencia (Ef. 2:2).

1.2   El mundo es un sistema de vida que se jacta de su autosuficiencia y arrastra a los hombres a vivir conforme al deseo de Satanás (Ef. 2:2).

El hombre después de su caída se organizó políticamente, económicamente, familiar y religiosamente a su antojo para decidir por sí mismo, lejos de Dios, la forma de vida. Esto se denomina “mundo”.

1.3   El mundo pretende la realización plena del hombre pero sin Cristo (esto se denomina “humanismo“). Este es un engaño de Satanás que ciega al hombre para no ver a Cristo (2Co.4:4).

2     Un mandato claro de parte de Dios:

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo” (1Jn. 1:15).

Dios nos manda a no amar al mundo, esto es, no tomar la forma de vida que tienen los hombres sin Cristo, no poner nuestro corazón en las cosas que están en el mundo, (bienes materiales, personas, deseos y deleites personales).

Como cristianos, debemos estar alertas a una estrategia satánica para hacernos caer. El enemigo seguramente no nos va a tentar con cosas como: matar, robar; porque sabe que difícilmente vamos a ceder a sus deseos, pero si con seguridad nos va a tentar para que vivamos una vida mediocre, una vida conforme a este mundo, es decir, que seamos “hombres y mujeres normales”, no demasiados “fanatizados”, que busquemos a Dios, pero sin “exagerar”, va a intentar que todavía pongamos nuestros ojos en los deleites de este mundo, en buscar una posición social a cualquier costo, en tener muchos bienes, prestigio, en fin, que sigamos amando al mundo.

Jesús también fue tentado por Satanás para no ir a la cruz utilizándolo a Pedro cuando le dijo: “-Señor, ten compasión de ti, en ninguna manera esto te acontezca-” (Mt. 16:22). En otras palabras hubiera podido decir: –Señor, no hace falta que te entregues tanto a Dios, vive normalmente-. La respuesta de Jesús fue: “-¡Quítate de delante de Satanás! me eres de tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios sino en la de los hombres-(Mt. 16:23).

3      El cristiano en el mundo:

3.1   Sabe que no es del mundo, que pertenece a otro reino (Jn. 17:14; Col. 1:13).

3.2   Sabe que él ha muerto a vivir de esta manera independiente de Dios, él ha sido crucificado al mundo y el mundo a él (Gá.6:14).

3.3   Sabe que el mundo le va a aborrecer si busca agradar a Dios (Jn. 15:18).

3.4   Sabe que él es “la luz del mundo”, y está para alumbrar el mundo y no para contaminarse con él (Mt. 5:14).

3.5   Sabe que debe hacer tesoros en el cielo y poner su corazón en las cosas de arriba (Mt. 6:19; Col. 3:1).

3.6   Sabe que el mundo y sus deseos pasan, pero Él tiene vida eterna (1Jn. 2:17).

3.7   Sabe que debe vivir en este mundo es como ”peregrino”, sabiendo que está de paso. Vive como “en tiendas”, sin hacer de aquí abajo un lugar permanente, pues ésta se halla en el cielo.

4   Las tres propuestas del mundo:

“Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no provienen del Padre, sino del mundo” (2Jn. 1:16).

4.1 Que vivamos conforme a los deseos de la carne:

Cuando la Biblia habla de “carne”, está haciendo referencia a los deseos, instintos y pasiones del hombre caído, destituido de la gloria de Dios.

La primera propuesta del mundo es que hagamos todo lo que sentimos o queremos, sin importar si ello agrada a Dios.

Varias corrientes no cristianas promulgan frases como éstas: “hacé lo que sientas”, “no te reprimas”, “la vida es una sola, hay que vivirla a full”, “soltá tus emociones, viví a tu manera”, y tantas otras. Esta propuesta, como siempre propuesta por Satanás, nos lleva a perdernos de toda clase de pecados: Adulterio, fornicación, lascivia, idolatría, enemistades, pleitos, etc,. (ver obras de la carne, Ga. 5:19-21).

Como cristianos y pese a lo que diga el mundo, vamos a agradar a Dios no dando satisfacción a los deseos, instintos y pasiones del viejo hombre (Ga. 5:16). Hemos renacido para Dios.

4.2 Que vivamos conforme a los deseos de los ojos:

Es decir, que hagamos todo aquello que se nos presenta a los ojos como agradable o placentero.

Los ojos nos ponen en contacto con el mundo físico de una manera especial, no en vano dice la Biblia que son: la lámpara del cuerpo (Mt. 6:22). ¿Dónde estamos enfocando la lámpara?

Si lo hacemos hacia las cosas de arriba, las cosas de Dios, todo nuestro ser se llenará de luz; pero si nos enfocamos en las cosas de la tierra, o las de abajo, las del mundo, nuestros ojos nos harán codiciar toda clase de cosas, que aparentan ser atractivas pero que llevan al pecado. (Por ej. el adulterio Mt. 5:27-29), así nuestro ser se llena de tinieblas, culpa y nos separa del Padre.

Eva en el Edén vio que el fruto del árbol prohibido era agradable a los ojos y además quebrantó el mandato de Dios

(Gn.3:6). Aquellos que se dejan seducir por lo lindo, atractivo, son presa fácil de Satanás. No olvides que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz (2Co. 11:14).

4.3 Que vivamos siendo egoístas y buscando la vanagloria de la vida:

Es decir, que procuremos alcanzar logros personales para la satisfacción de nuestro ego y no para la gloria de Dios.

La gloria que el hombre logra para sí es vana-gloria, o jactancia, es decir sin sentido. Esta propuesta nos motiva a buscar prestigio, a buscar reconocimiento, a vivir orgullosos de nosotros mismos.

Esta ha sido la perdición del hombre, no darle la gloria a Dios y envanecerse en sus propios pensamientos (Ro.1:21). Eva vio que el árbol era codiciable para alcanzar sabiduría” (Gen.3:6) y buscando la vanagloria personal se perdió en el pecado.

Sin embargo el mundo promueve como natural, y tiene en alta estima, el individualismo, el “realizarse” por sí mismo, el triunfo personal; porque el humanismo ha hecho del hombre el centro de todo, dejando a Dios de lado. No obstante, Dios nos manda a ser humildes, y a reconocer que si tenemos algo es por su gracia y amor, por lo tanto, Él merece toda la gloria; Él es el único digno de recibirla.

A pesar de lo que el mundo diga, nuestra vida vale mucho para desgastarla buscando prestigio y logros personales. En Jesucristo estamos completos:

”¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?,

y fuera de ti nada deseo en la tierra” (Sal. 73:25).

CONCLUSIÓN:

Debemos transitar por este mundo como peregrinos que van de paso, que anhelan hacer la voluntad de Dios, no amando la forma de vida de este mundo, ni sus cosas, pues todo ello pasará y será juzgado.

“Y el mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad del Padre permanece para siempre” (2Jn. 1:17).